27 de febrero de 2004

Hace cinco años, tras ver una hoy famosa pelicula hispano-argentina comencé a escribir acerca de la lucidez (eso que definen como cordura o equilibrio mental), de como su llegada es inevitable, de como es hiriente a ratos y a ratos fructuosa, de que lo que nos da nos quita y de que la historia nos ha enseñado que los locos y los genios no distan tanto entre sí. ¿Nunca has pensado que la ignorancia es un estado mental con grandes dosis de felicidad?.
Me quedé con pequeños matices y reflexiones del personaje principal. Entendí que las distancias son relativas y salvables, que la palabra escrita es el baul donde descansan muchas de las cosas que nunca le dijiste a esa persona que tanto significó un día y que no hubiera resultado tan difícil hacérselo saber antes de que se hiciera tarde, que la fidelidad en el amor no es un acuerdo con la otra persona sino contigo mismo para con ella, que tras una mirada o un silencio vivo se esconden mas emociones que en dos palabras que conforman una típica frase hecha, y sobre todo que, cuando pasen los años y la vida te diga que lo próximo será sencillamente morir no te resignes y busques vías de escape, escribe un capitulo más, porque vivir es algo más que tener pulso y recibir golpes, es desear estar aquí mañana cuando de nuevo salga el sol, pelear por ello y valorarlo. Y decirle una vez mas lo que sientes, aunque sea con una mirada, con un silencio… aunque ya sea tarde.